19.11.05



Paul Valéry preguntó un día de angustia a Stéphane Mallarmé:
"¿Para qué sirve la poesía?".
Mallarmé, que había dirigido años atrás Dernière Mode
-revista en la que publicaba sus poemas entre dos modelos de
vestidos y que tuvo una vida tan fugaz como la materia que trataba:
apenas ocho números-,
sacó de un cajón de su escritorio un papel que amarilleaba y contestó:
"Para ésto".
Era la carta de una costurera del Mediodía francés
que compraba la revista por oficio
y de paso leía los insondables sonetos de Mallarmé;
uno de ellos-decía- la había salvado del suicidio.

esta anécdota, llena de nombres de poetas,
está contada por Juan Gelman en la
contratapa de un periódico argentino página 12,
que amarilleaba como la carta de la costurera
entre mis notas.
Me lo dió en un encuentro de
Educadores por el Arte
una poeta de Bahía Blanca,
Mirta Colángelo
madre de revistas y acciones
y amores literarios,
que fue salvada una o varias veces por la poesía.
Más adelante, dice el artículo de Gelman:
Decía Montale que el poeta ignora y a menudo ignorará siempre
cuál es el destinatario de su obra.
Tal vez por eso nunca intenta una defensa de la poesía
y sólo espera -cuando espera- que algún lector,
tan náufrago como él,
recoja el poema arrojado al mar del tiempo...

por eso, quizá esta barca y su "Remo" que fotografió
Marcelo Pedroza,
sea como una buena poesía,
que nos salve de morir
en las aguas de la realidad.

A Mirta y a Emilio.




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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu balcón me ha salvado del aislamiento en muchas ocasiones. Gracias por asomarte cada día.

Ampar

Diana Laurencich dijo...

gracias ampar,
me alegra que te sirva el hammam!
un beso.