Este texto lo leyó Ester Sanchez en el programa de Emilio, el verano europeo del año pasado.
Me premiaron con dos pasajes a Mallorca que no pude usar.
Gracias Ester, por tus esfuerzos en leer ese complicado pensamiento.
Va.
Viernes disidente
Terminó la bañera.
Hay olor a plastilina en la casa.
Balta desparrama sus verdes y pegotea los magentas de chicle.
Recuerdo los moldes de tortitas, antes eran de metal.
Y los sábados grises por la mañana.
Rutas argentinas.
Rutas argentinas hasta el fin. Gloria in excelsis.
El cura era tercermundista nos decían, era pelado y flaco,
y hablaba de los demonios que uno lleva adentro, gloria in excelsis Deo,
el órgano de San Rafael ahuecaba más miedo, el mal,
gloria in excelsis Deo!
la voz finita cantando el Gloria, sería por Pascua,
Pascua de Resurrección...
Dónde estoy?
Un puerto?
Tan lejos del Mediterráneo?
lejos del Río de la Plata,
la ciénaga infame que lo vuelve todo gris,
hasta los corazones de los que lo habitamos alguna vez.
Ningún crucero llega hasta aquí?
Si. El Queen Mary.
Queen Mary y los caminos de Sal.
Los pobres trabajando en las alfombras de los ricos.
Espiándolos.
Regalándoles lo que no tienen. A los ricos.
Apestan los pobres. Apestan los ricos.
Pero quién a qué?
Unos a sudor de alfombra de sal. Otros a animal.
Un tren atraviesa 22 horas hacia el norte de las rutas argentinas.
El olor de las naranjas y los gritos a media noche me despiertan.
¿Paraguay?
No, m´hijita, no, la república indómita de la Mesopotamia,
tierra roja y río hirviente,
Paraná,
caldo en dónde uno puede hacer como que se refresca
cuando afuera el caldo sólido pesa 45 grados.
Y los jesuitas?
Allá, más arriba,
más arriba del recuerdo,
después de un bus con aire acondicionado que me regresa a Alemania.
El vestido a rayas amarillas y blancas.
El vestido es de lino. Y el colgante marroquí, creo,
me lo regaló Heidi en mi última Navidad de Munich,
Ese año vi por vez primera a Jethro Tull en el Olímpico.
Gloria in Excelsis Jethro y su buree.
Tenía hojitas de parra adentro, el colgante, tenía hojitas
algo verde era...
De Grecia.
De donde sacó el Retsina con el que
brindamos porque me volvía.
Y me regaló un conjunto blanco de blusa y falda.
Blanco de lino blanco,
la blusa la manchó mamá la noche que agonizó,
después lo lavé con Skip y lo guardé en el cajón que olía a limpio...
la falda la olvidé en algún pueblo.
-¿Quién era que llamaba Baltasar? ¿sonó el teléfono?
Si, Sergio Gonzalez Billorou .Desde tus 18 años.
Te estaba llamando desde Bellas Artes,
con Silvio Rodriguez cantando en su guitarra
y los balcones llenitos de estudiantes...
(los papeles eran para sus enemigos)
“Buenas noches amigos”, dijo.
AH! venga... hacía rato que no lo escuchaba,
hacía rato que los Disidenten no me hacían pensar
en todo lo que perdí.
Dónde estará la Palladium ahora?
Dónde los tambores del africano que producía Peter Gabriel,
¿no vendía Inglaterra por una libra?
Mi memoria, mierda!, la he perdido.
A veces pienso que es mejor,
que por algo la perdí.
Era linda cuando bailaba.
Tenía un mechón de cada color.
Rojo, blanco, negro.
y un gran futuro por delante.
Ahora estoy en un puerto.
Esperando un crucero que nunca va a venir.
Lanzarote, verano español del 2004.
Las fotos las tomé en marienplatz, Munich, el mismo verano.
2 comentarios:
Enhorabuena Diana, por el premio, ¡aunque sea con retraso!
Me parece que estuvo bien otorgado.
Que continúe este blog y tus éxitos, por muchos años más.
L.A.
Me gustó mucho tu poema leído por Emilio, el sábado,felicidades!
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