16.2.06

tazas y tapices


Esto que sigue me lo escribió Andrea Milde,
la tejedora de gobelinos y de sueños, proyectos
y recuerdos.
Andrea vive en Madrid,
hace muchos años,
pero viene de Alemania
y proyecta irse a Palencia,
con un Museo-casa-taller- escuela
donde estén sus gobelinos.
ver www.andreamilde.com
Este correo lo recibí cuando subí el post de la taza rota.
El gobelino también es de ella.
Se llama Tigresa. Como es ella , que le pone garra a la vida.
va:

He leído tu correo pero sin fuerzas para contestar, he visto de reojo mi tapiz en el blog, y he seguido el crecimiento de la unidad familiar... hoy me pongo, con la mesa recién liberada de los diccionarios técnicos, jurídicos, mono-, bi- y multilingües, y de una buena capa de polvo que se posa sobre todo lo que queda fuera del área de influencia de las pequeñas turbulencias atmosféricas producidas por el manejo de los pesados tomos de consulta lingüística..... Ayer terminé, ayer entregué el trabajo y ayer me encontré con tu taza, mejor dicho con los añicos en los que se vio convertida ...... y me acordé de otras tazas, de las tazas de coleccionista, las Sammeltassen, que trajo mi abuela de su tierra cuando tuvo que huir en la Guerra ante el avance de las tropas rusas, tazas, todas ellas diferentes entre sí, todas de porcelana tan fina, tan traslúcida que veías el contenido a través de las paredes que se abrían tanto que parecían más cuenco que taza, todas con su platito haciendo juego y decoradas con dibujos distintos, en oro fino, con azul añil, con verde, con granate, tazas que ni mi madre sabe de dónde proceden, pues siempre los recuerda ahí, en la vitrina, tazas que mi abuela, cuando le dieron el aviso de que tenía una hora para abandonar su casa con sus cinco hijos pequeños y lo que podía llevar a cuestas cogió, envolvió y metió en una de las maletas de cartón, tazas que milagrosamente aguantaron toda la huida en el tren que trajo de vuelta a los soldados heridos en el frente, la marcha nocturna por los bosques, los bombardeos puntuales, tazas que llegaron intactas a una nueva vitrina en casa de mi tío que se hizo cargo de mi abuela cuando ella empezó a perder la razón, .... ahí los vi yo por primera vez, cuando ésta misma casa se convirtió en refugio nuestro, el de mi madre y mío, tras el divorcio de mis padres, ahí estaban, en una vitrina grande y pesada, en medio de un vacío, pues no había más cosas que se merecían estar expuestos ahí. Y me parecían tan frágiles, tan bellas....... Mucho más tarde, cuando ya nos habíamos ido de esta casa, cuando mi abuela llevaba ya tiempo en el manicomio,....... mucho después me enteré que mi tía las tiró a la basura cuando disolvió la casa... sin preguntar a nadie, ni a mi madre, ni a los otros hermanos. Le parecían viajas, debían de serlo. Y le gustaba lo nuevo. Venía de Colombia, de un pueblecito en medio del bosque, creció sin zapatos, la educaron las monjas y llegó a Alemania en busca de un futuro mejor. Ahí no cabían las cosas viejas. Ya lo sé e intento entender sus razones. Pero cada vez que lo pienso, cada vez que pienso en mi abuela cuando envolvió con cuidado estas tazas, me invade una tristeza enorme y me entran ganas de llorar, por mi abuela, por todo lo que ha costado esta última gran guerra europea, por lo que cuestan todas las guerras en el mundo, por los que las sufren. Luego se me pasa y hago el ejercicio de imaginarme como la energía que de alguna forma se centraba en torno a estas tazas en mi recuerdo, en el de mi madre, en el cariño que les tenía mi abuela, que toda esta energía ahora queda libre para algo nuevo......

gracias Andrea, por escribir esta historia tan pero tan bella, y por dejarme postearla.

3 comentarios:

Alumnedelmon dijo...

Realmente bella, triste y realista, y con un toque de esperanza. Pura lección de vida.

Entiendo perfectamente lo que simbolizan a veces los objetos en nuestra vida. Pero estaremos de acuerdo en que no es EL objeto, son nuestros ojos y nuestro corazón los que lo dotan de poder y energía...

Besos múltiples

Diana Laurencich dijo...

si, son las historias que se anudan an objeto, y cuando se rompe o se pierde, es como si tuviésemos miedo de perder parte de nuestro pasado, aunque a veces no sea muy grato, y también parte de nuestro futuro, aunque no sea muy prometedor.
besos para vos.

Anónimo dijo...