12.12.05






Viene la noche.


Qué placer en la vida misma de todos los días,

tener un espacio para bajar del barco y mirar el agua

y ver que no hay agua,

sólo tierra calcinada por la lava,

donde Erik Satie toque el piano y el gusano no trague su bola de barro.

Qué placer la brisa fresca que humedece mis talones, codos, frente,

cuando ya no duelen más o casi, los cansados pies que arrastro cada día.


Soy tan sólo una mosca que volando como la kalima dorada del desierto ,

se pegó a la miel de algunas cosas.

Anido sobre el grabador donde suena todavía el piano gnóstico,

la voz de alguien que involucra y

donde hace un rato el stop perforó el silencio.


Diana the fly.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó este poema, bellísmo, Di

Anónimo dijo...

bien diana,suena como ese querido piano.

Diana Laurencich dijo...

valdi?

Anónimo dijo...

...no, si bua ser el afinador.

Diana Laurencich dijo...

lo sabía...un beso pibe