Viene la noche.
Qué placer en la vida misma de todos los días,
tener un espacio para bajar del barco y mirar el agua
y ver que no hay agua,
sólo tierra calcinada por la lava,
donde Erik Satie toque el piano y el gusano no trague su bola de barro.
Qué placer la brisa fresca que humedece mis talones, codos, frente,
cuando ya no duelen más o casi, los cansados pies que arrastro cada día.
Soy tan sólo una mosca que volando como la kalima dorada del desierto ,
se pegó a la miel de algunas cosas.
Anido sobre el grabador donde suena todavía el piano gnóstico,
la voz de alguien que involucra y
donde hace un rato el stop perforó el silencio.
Diana the fly.
5 comentarios:
Me encantó este poema, bellísmo, Di
bien diana,suena como ese querido piano.
valdi?
...no, si bua ser el afinador.
lo sabía...un beso pibe
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